La Pedrera, aunque destino turístico y con unas colas impresionantes a según qué horas del día, es visita obligada en Barcelona. Además de ser uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad, su terraza ofrece unas vistas indescriptibles junto con su propia decoración totalmente atemporal que a sus 100 años sigue siendo futurista.
La pedrera, encargada a Antonio Gaudí por la familia Milà a los que debe su nombre original, fue acabada definitivamente en 1912.
Gaudí, unos de los genios arquitectónicos que vistió Barcelona a principios del s.XX, amante apasionado de las estructuras naturales, intentaba reflejar en sus obras atisbos de vida siguiendo su creencia de que todas estas formas obedecían a necesidades prácticas, de protección, de resistencia y compactación. La fachada, en su momento objeto de burla y chistes, toda ella de piedra calcárea de Vilafranca, dicen que recuerda a las olas del mar, mientras que el techo, de azulejos blancos, recuerda unas montañas nevadas. El desván, realizado con la teoría de los arcos catenarios, recuerda al esqueleto de una serpiente y era la zona donde antiguamente se hallaban los lavaderos. En la azotea Gaudí unió la funcionalidad y la estética para dar a luz a un conjunto de torres que todavía hoy hacen de chimenea, salida de humo o de ventilación. En esta ocasión, nos recuerdan yelmos de guerreros, como describe el poeta Pere Gimferrer en una de sus obras.
En la visita, a parte de la azotea y el desván, también podemos acceder a un piso decorado al estilo modernista para mostrar como vivía una familia burguesa a principios del s.XX. A Gaudí le gustaba hacerse cargo del conjunto, por lo que él también participaba en el diseño del mobiliario.
Por rincones de la Pedrera podemos encontrar símbolos religiosos, que Gaudí utilizaba en la mayoría de sus edificios. Por ejemplo en la fachada podemos leer parte del Ave María en latín. En la parte superior de cada ola hay una palabra, que en su conjunto dice: «Ave Maria gratia plena. Dominus tecum». O en el techo del segundo piso hay una inscripción que pone: «Oh Maria, no et sàpiga greu lo petiteta, perquè també ho són les flors i les estrelles» (Oh María, no te sepa mal ser pequeñita, porque también lo son las flores y las estrellas) interpretación de unos versos de Francesc Matheu Fornells.
En verano, además, la Pedrera ofrece conciertos de jazz en la terraza y en el café de la Pedrera puedes disfrutar de una cena con música en directo. Y desde el 17 de marzo de 2012 ofrece un nuevo recorrido nocturno por la Pedrera Secreta.
Después de la visita a esta magnífica obra de arte recomendamos parar a comer algo en el restaurante de tapas Bodegueta provença, una apuesta segura para deleitarse con sus platillos y recobrar fuerzas.
Dirección: Passeig de Gràcia 92, 08008 Barcelona
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