Rambla de Catalunya es un paseo de Barcelona que siempre ha quedado a la sombra de Paseo de Gracia o las Ramblas, a pesar de ello también tiene un encanto especial y señorial que atrae tanto al visitante como al barcelonés durante cualquier estación del año.
Con Restaurantes y cafés, tiendas centenarias, edificios modernistas y alguna que otra iglesia y galería de arte, en Rambla Catalunya se puede disfrutar de un paseo tranquilo a la sombra de los tilos.
Vale la pena pararse a observar lugares tan bonitos o particulares como (en orden de bajada desde la Diagonal):
- La Casa Serra de Puig i Cadafalch de 1908, actual sede de la Diputación de Barcelona (esquina con Diagonal).
- La iglesia de la Mare de Déu de Montsió (núm. 115 de Rbla Cat) que ha viajado por Barcelona en varias ocasiones hasta su actual ubicación.
- El restaurante La Bodegueta (núm. 100 de Rbla Cat) de 1942, lugar auténtico, con olor a vino de barril, al que se accede por unas escaleras estrechas, y donde sirven tapas o platillos deliciosos.
- La farmacia Bolós (núm. 77 de Rbla Cat) de estilo modernista con una puerta de madera y vidrio emplomado.
- La ferretería Villà (núm. 54 de Rbla Cat) de 1912 también de estilo modernista donde continúan el oficio atendiendo como en el siglo pasado, dicen.
Ya han pasado a la historia otros comercios emblemáticos de Rambla Catalunya como el colmado Quílez, uno de los más emblemáticos de Barcelona, o la galería de arte Prats, que había sido una sombrerería.
A ambos extremos de Rambla Catalunya delimitan el paseo unas estatuas de animales humanizados de carácter irónico. Junto a Gran Vía, tenemos al toro Pensador y en avenida Diagonal nos sorprende la jirafa Coqueta. Ambas estatuas son de Josep Granyer y están inspiradas en obras maestras como el pensador de Rodin y Paulina Bonaparte de Antonio Cánova, respectivamente.
El origen de estas piezas viene dado por una reivindicación de la asociación de «Amics de la Rambla de Catalunya» para proteger el paseo de un proyecto devastador; querían convertir la rambla en una arteria de circulación. Por ello recurrieron al arte para impedirlo vendiendo el paseo como un parque de esculturas de Josep Granyer, proyecto que salvó la rambla pero que no se llevó a cabo en su totalidad, dado que en vez de diez estatuas que debían decorar cada una de las esquinas del paseo, sólo se hicieron la primera y la última; la jirafa Coqueta y el toro Pensador.
Desde el blog agradecer a estas pequeñas asociaciones que con su esfuerzo y empeño han conseguido mantener pequeños tesoros de Barcelona.
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