El subsuelo de Barcelona esconde muchos vestigios de la historia de la ciudad. Entre ellos unos 1.400 refugios construidos durante la guerra civil.
Barcelona, por su ubicación estratégica, fue objetivo de los ataques de la aviación fascista italiana que colaboraba con las fuerzas sublevadas contra la república. La ciudad fue uno de los primeros escenarios de bombardeos sobre la población civil contra objetivos no militares. También Madrid y Gernika fueron brutalmente bombardeadas, pero mientras estas dos ciudades estaban cercanas al frente de guerra, Barcelona se encontraba en una posición de retaguardia.
El ayuntamiento, antes de que sucedieran los bombardeos, concienció a la población sobre la amenaza e hizo construir 30 refugios, en los que, en el caso de ataque, no cabrían ni un 5% de la población. Estos primeros refugios fueron objeto de burla porque nadie se podía imaginar que Barcelona sería víctima de ataques aéreos. También se empezaron a disponer alarmas de aviso por la ciudad y se repartieron folletos de qué hacer en caso de bombardeos. El 13 de Febrero de 1937, Barcelona vivía el primero de los 192 ataques, estos refugios quedaron cortos y la población empezó a construir por cuenta propia otros muchos que se fueron registrando. Los recursos eran escasos, y las personas más fuertes estaban en el frente, por lo que ancianos, mujeres y niños eran los que mayoritariamente se movilizarían para crear túneles subterráneos. Se tiene constancia de unos 1.400 refugios registrados, pero se podría decir que pueden haber hasta unos 2.000.
La mayoría de estos refugios se construían haciendo uso de la volta catalana, una técnica arquitectónica usada en Catalunya para hacer los arcos más robustos y anchos. De este modo el pasillo podía ser más amplio y a lo largo de éste cabía espacio para bancos a ambos lados para que la gente pudiera esperar sentada. Normalmente la media de espera solía ser de unas dos horas, tiempo que duraba el ataque y también la batería que abastecía de electricidad el subterráneo. Tengamos en cuenta que durante los ataques se cortaba el suministro eléctrico de la ciudad para que desde los aviones no pudiesen identificar sus objetivos que tenían muy claros, se trataba de destruir monumentos históricos, entre otras cosas, que tenían como intención final desmoralizar a la población, crear un clima de desconcierto y abrir un nuevo frente de guerra interno.
A falta de radares en la época (se descubrieron para la 2ª guerra mundial), había «oteadores» que patrullaban mar adentro con el cometido de observar el cielo, y en caso de ver aviones activaban la alarma que avisaba a toda la ciudad. A partir de ese instante la población tenía entre 1 y 2 minutos para llegar al refugio antes de empezar el ataque.
Los túneles tenían varias entradas, porque una única hubiera sido un cuello de botella, más aun teniendo sólo hasta dos minuto para acceder, y además por prevención, porque en caso de derrumbe y colapso de una puerta, se podría salir por otra.
Hoy en día se pueden visitar varios de éstos, entre ellos el Refugio antiaéreo 307, el Refugio de la Plaça de la Revolució y el de la Plaça del Diamant.
Muy interesante el artículo, estoy recogiendo información para un trabajo, he visto otro también muy interesante en Refugios Antiaéreos de Barcelona
Un saludo!!
Gracias Anne! Acabo de entrar en el enlace que pones y está muy bien!! Lo añadiré al post. 🙂
Saludos y mucha suerte con tu trabajo!
Es muy triste ver unas fotos de una ciudad destruida en la guerra civil y la crisis que había